El sol rinde homenaje en los atardeceres del solsticio de verano, entrando por la ventana orientada al noroeste, dando a esta estancia el nombre de A Xanela (ventana en gallego).
El uso en A Xanela de la madera, la forja y piedra, materiales tradicionales de la arquitectura rústica gallega, son la esencia de esta cálida y relajante casa.
La base de la decoración huye de los excesos para centrarse en materiales naturales para proporcionar bienestar y serenidad.
Los vecinos del pueblo cuentan que esta casa fue desde un taller de bicicletas hasta una tienda de ultramarinos, pasando por vivienda familiar y cantina.